La quinta jornada de la edición 2011 del Festival Nacional de Fokllore de Cosquín comenzó de manera accidentada. Corridas delante y detrás del escenario era señal de preocupación. Los camarines aparecían inundados y se trabajaba con bombas para dejarlos en condiciones.
Por eso fue menester desprogramar la previa que había anunciado a Chany Popol Vuh, Los del Naciente, Patricia Duré, Miguel Figueroa, La Huella y Antonio Figueroa Trío. Y comenzar la Quinta Luna, minutos más tarde, sin poema y solo con el sonido grabado del Himno a Cosquín.
Sobre un escenario despoblado y apenas iluminado, avanzó Fabián Palacios para proferir su “Aquí Cosquín” y dar lugar a los fuegos artificiales y a la Arenga de Marcelo Simón, referida, precisamente, a la lluvia.
La banda salteña Canto 4 fue la encargada de abrir el fuego con impetuosas versiones de “Sombra herida”, “Todos a bailar”, “Gato del Festival”, “Obsesión”, “La arenosa y un popurrí con las chacareras “de un triste” y “del rancho”. Hasta aquí la presentación, pura Energía, tal el nombre de su segundo disco. Potente pero con matices. Y para el Festival de la Canción, “Recuerdos salteños”, zamba carpera con un arreglo bien festivalero que la ubica entre las mejores versiones que han participado hasta el momento del certamen.
Bajo un cielo amenazante, el abrazo oriental llegó a través de la japonesa Anna Saeki quien, junto a músicos argentinos, ofreció una versión muy bien fraseada de Alfonsina y el Mar, con primera en español y segunda en japonés; el “huayno oriental” Aika Izuna, y el saludo final con “Todo cambia”, en versión bilingüe.
Con una plaza endulzada, subió el gran Omar Moreno Palacios para mostrar su ingenio, presencia y oficio a la hora de enfrentar al público. “Y Juan le dijo que no”, El curandero”, “Sencillito y de alpargatas” y “Palmiro Recuero”, de Wimpi. Ante una plaza en silencio, el cantor de Chascomús relató que un año atrás había subido con al escenario Atahualpa Yupanqui con un “perro-cer”, ingeniosa menera de nombrar al cáncer, pero aclaró que al cabo de un año “lo había mandado a vivir a otra cucha” y tras gritar un sentido “¡viva la vida, carajo!”, se despidió con “Qué de inconvenientes para visitar la Pancha”.
El abrazo rock-folk fue protagonizado por la joven y arriesgada Laura Ros que, junto al baterista Federico Gil Solá (ex Divididos) interpretó “Baguala para las dos” y “Del Aire” y cosechó un aplauso respetuoso de la plaza.
Vibrante moderno y sin desvirtuar su raíz, se presentó el santiagueño Horacio Banegas que recreó sus propias obras ante una platea que lo recibía gustosa. “Inmensidad”, “Guitarra de sal”, “Corazón de salina” y “Mi Origen y mi lugar” fueron los temas que suibieron al escenario con el ex intgrante de Los Tobas.
Llegó el canto profundo y bien templado de Nahuel, que interpretó el “Triunfo de la abuela”, “Pájaro de rodillas”, compuesto sobre poema inédito de alfredo Zitarrosa; y “El amor de los marineros”.
El cordobés Carlos Di Fulvio volvió a demostrar por qué se dice que en el foklore argentino “existen tres tipos de chacareras: las santiagueñas, las de Yupanqui y las de Di Fulvio. Con un silencio de misa la plaza recibió y aplaudió “Cerro Salamanca”, “La telera tulumbana” y “Coplitas para mi muerte”, compuesta sobre letra de albérico Mansilla.
Una vez más, la delegación de la provincia de La Rioja volvió a apostar en su poesía, su música y sus músicos para mostrar esa Rioja religiosa, la de la uva y la de la Chaya, como no podía faltar. “Zambita pa' don Rosendo”, la “Cueca la chayera” y “Carnaval de La Rioja” fueron motivos muy celebrados.
Arrancó su recital Ángela Irene y la vino a escuchar hasta la lluvia. La pampeana de General Pico, acompañada por “un príncipe huarpe”, tal como definió a Pablo Budini, el muy buen guitarrista mendocino, regaló destacadas versiones de “Jujuy Mujer”, “Campos Pampeanos” y “Arriba quemando el sol”.
Los locales Ceibo subieron a “comerse las plaza”, a fuerza de volumen al borde del exceso. Esrtridentes versiones de “Razón de vivir” (V. Heredia), “Del Chúcaro” (H. Guarany), “Cosquín vuelve a cantar” (Alcayaga-Belloso) y “La oma” (Favini-Altamirano) prepararon el terreno para que, por el Festival de la Canción, interpretaran “Zamba del cantor enamorado”, de Hernán Figueroa Reyes.
También con fuerza pero con mejor criterio y buen gusto, Los Guaraníes se volvieron a consagrar, al punto de terminar cantando literalmente entre el público de la platea. “Como ninguna”, “Soñadora del Carnaval”, “Adiós Amor”, “La saeta” y “Hasta el cansancio” fueron coreados por la multitud aún bajo la lluvia que también parecía querer bendecirlos.
Carlos Méndez, mendocino, fue elegido por el neuquino Naldo Lavrín para el Homenaje a Alfredo Zitarrosa que incluyó éxitos del uruguayo como “El violín de Becho”, “Zamba por Vos”, “No te olvidés del pago”, “Doña Soledad”, “Adagio nen mi país” y “Estéfani”.
El momento más exquisito de la noche se vivió con Luna Monti y Juan Quintero, que registraron versiones deliciosas de “Sacha Puma”, “Mba'e pa' Doña Froilana”, “Canción para bañar la luna” (M. E. Walsh) y, para la familia de Luna en Quines, San Luis, “Solo cueca”.
La noche avanzaba y la plaza se seguía poblando aún pese a la lluvia. Con estas condiciones se presentaron “Los Mellizos, catamarqueños radicados en Córdoba; La Legua, salteños conformados en 2003, que participaron del Festival de la Canción con “La Chacarera del Rancho”, de los Hermanos Ábalos; Leopoldo Garzón, ganador del PreCosquín en el rubro Solista Vocal Masculino de Folklore; la salteña Marcela Ceballos, “Los Peñeros”, representantes del mítico Boliche Balderrama; Los Nietos de Don Gauna, cordobeses de Villa Dolores, que cantaron la cueca “La Transerrana” (Revelación de Cosquín 2010) y el cuarteto “La gallina Cocorita”.
Del Chaco Salteño llegaron Los de Tartagal, preanunciando al número de cierre; la ganadora del PreCosquín en el rubro Narrador costumbrista, sede Corrientes, Gabriela Caballero; y Mariano Fretes, que con “Lamento Mataco”, “Chaco Gualamba”, “Alba Llalec”, “Cisne cuello negro” y el clásico de Horacio Guarany, “Volver en vino”, le entregó la plaza caliente al chaqueño Oscar Esperanza Palavecino.
El músico del Chaco Salteño devolvió con yapa la espera de miles de personas que ni bajo la más intensa lluvia quiso irse sin escuchar a su ídolo.
En 2 horas y 5 minutos (1 hora más de lo establecido por contrato), con cerca de 40 temas cantados, coreados y bailados, y con un conmoverdor cierre bajo la lluvia más intensa, el Chaqueño volvió a escribir otra página inolvidable del Festival de Cosquín.
Habíamos cumplido las primeras cinco lunas del Festival. Y todavía faltaban otras cinco...
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